Panorama del cine argentino 2011

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Panorama del cine argentino 2011


Lejos de las salas


Las cifras de espectadores de películas con distintas aspiraciones no fueron satisfactorias, pese a que el porcentaje del mercado se mantuvo. Y la respuesta a la invasión de los tanques hollywoodenses parece ser concentrarse en el Sistema de Televisión Digital.
Por Horacio Bernades

La ultraindependiente El estudiante fue vista por 20.000 personas.

¿Cine en el cine o cine en TV? Esa parece ser la opción que enfrenta, al día de hoy, el cine argentino. Víctima de la hiperconcentración cinematográfica, que –tal como recordó Luciano Monteagudo días atrás, en estas mismas páginas– no hace más que agudizarse año a año, el cine argentino se ve tan marginado de los grandes circuitos (o incluso dentro de ellos) como el cine independiente de todo el mundo. Y no parece haber medida de control o impuestos capaces de frenar la carga de los grandes tanques. Empujadas por la más pura lógica de conquista, las megaproducciones de Hollywood se lanzan cada vez con más copias, de modo de “tapar” las bocas de salida. Este año, las nuevas entregas de Piratas del Caribe, Harry Potter o Crepúsculo lograron superar con creces la barrera de las 300 copias por título, y nada indica que el año próximo ese listón vaya a correrse para atrás. Todo lo contrario. Esto es como el Monopoly: el que más tiene, más crece.

¿Qué le queda al cine argentino dentro de este panorama de hiperconcentración? Por lo visto, achicarse. Literalmente: al día de hoy, todos los cañones oficiales parecen apuntados no hacia la pantalla grande, sino a la de la televisión. Más precisamente, al Sistema de Televisión Digital, niña bonita que, según muchos, nubla la vista del cine argentino. Los números siguen sin cerrar. Aunque no se haya perdido porcentaje de mercado (la porción que le toca al cine argentino se mantiene en alrededor del 12 por ciento del total de la torta), la palabra “industria” sigue pareciendo excesiva, en relación con una dinámica económica que anda a los ponchazos. Los productores argumentan que no puede haber una verdadera industria cinematográfica si no se estimula la inversión. Y la inversión no se estimula si las fuentes de financiación se reducen a los dineros oficiales y los que con esfuerzo y saliva puede obtener cada productor en el exterior, proveniente de fundaciones de apoyo al cine o productoras privadas.

A diferencia de cinematografías como la francesa, la española y hasta la brasileña, el cine argentino no cuenta con el respaldo de un sistema que estimule la financiación privada local, vía apoyos oficiales o exenciones impositivas. Como además los plazos en los que se liquidan los subsidios oficiales se estiran cada vez más (uno de los temas que más rispideces vienen generando en los distintos sectores de la industria), al productor mediano se le hace cada vez menos estimulante embarcarse en algo de por sí largo y trabajoso como es montar una película.

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